
Te colaste en mis sueños. Acercaste tus labios a mi oído y me susurraste con dulces palabras;
-Levántate, asómate a la ventana y rasga el aire con tu nariz.
Y así lo hice, me asomé a la ventana y transformaste el hedor que empapa este mundo en notas de jazmín y azahar que se quedaron adheridas a mi piel. Y convertiste el plomizo cielo en algodón de azúcar, y yo tan golosa que solo quiero comerlo a grandes mordiscos. Hiciste desaparecer el mundanal ruido, para sustituirlo por el rítmico latido de un bello corazón. Y el horizonte se hizo infinito y pude ver más allá de las estrellas con los ojos cerrados. Y el aire era suave, aterciopelado al tacto, cálido y mullido.
Me hiciste redescubrir los sentidos, los transformaste para mí, y yo solo tuve que asomarme a la ventana para rasgar la vida con mi nariz.
-Levántate, asómate a la ventana y rasga el aire con tu nariz.
Y así lo hice, me asomé a la ventana y transformaste el hedor que empapa este mundo en notas de jazmín y azahar que se quedaron adheridas a mi piel. Y convertiste el plomizo cielo en algodón de azúcar, y yo tan golosa que solo quiero comerlo a grandes mordiscos. Hiciste desaparecer el mundanal ruido, para sustituirlo por el rítmico latido de un bello corazón. Y el horizonte se hizo infinito y pude ver más allá de las estrellas con los ojos cerrados. Y el aire era suave, aterciopelado al tacto, cálido y mullido.
Me hiciste redescubrir los sentidos, los transformaste para mí, y yo solo tuve que asomarme a la ventana para rasgar la vida con mi nariz.
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