jueves, 5 de noviembre de 2009

La luz de la vida


Desde aquella noche de octubre, en la que aquel sueño se le presentó como una revelación, nunca se separó de aquella pequeña vela. En su sueño, un ser etéreo, casi una bruma, le desveló el verdadero secreto de la inmortalidad.
-La muerte nunca podrá alcanzarte, mientras estés acompañada de una luz. Por pequeña que esta sea, tendrá la capacidad suficiente para ahuyentar a la parca.-Le susurró al oído aquel extraño ser, justo un segundo antes de despertarse.
Así que lo primero que hizo, nada más conocer aquel valioso secreto, fue coser un pequeño bolsillo a su enagua, de esta forma, siempre podría llevar consigo, bajo la falda, un pequeño pedazo de vela y una cajita de fósforos. La dama negra nunca la encontraría, siempre llevaría consigo su luz protectora.
Desde aquel momento, nunca volvió a quedarse a oscuras. Incluso cuando por las noches se iba a dormir, dejaba siempre encendido un quinqué bien provisto de petróleo, para no darle oportunidad a la temible dama, mientras la oscuridad la abrigara durante el sueño.
Una fría noche de diciembre, mientras leía uno de los libros de poemas que tanto le gustaban, cómodamente instalada en su sillón de orejas, observó como la llama del quinqué, poco a poco, muy lentamente, se fue haciendo más y más pequeña hasta que finalmente se extinguió.
Había olvidado rellenar el depósito de opalina del quinqué. ¿Cómo podía haber sido tan descuidada? El pánico se apoderó de ella. ¿Dónde encontraría petróleo a esas horas? ¿Qué podía hacer? Tan solo disponía de su pequeño fragmento de vela y sería insuficiente para iluminarla durante toda la noche.
Con manos nerviosas rebuscó bajo su falda, ansiando encontrar su vela, la luz que la salvaría de la terrible visita. Por fin pudo encontrarla y la sacó del pequeño bolsillo, encendiéndola con uno de los fósforos. Suspiró aliviada al ver el pequeño resplandor que la diminuta vela le ofrecía, pero consciente de que aquel fragmento seria insuficiente. Tras reflexionar sobre su situación, pensó que, tal vez, aunque esa noche la pasase a oscuras, no tendría por qué ser la noche elegida por la dama oscura para visitarla. No pensaría en ello y a la mañana siguiente, a primera hora, iría a comprar petróleo. Tan solo sería una noche la que permanecería a oscuras.
Mientras pensaba en ello, el sueño se fue apoderando de su cuerpo, hasta que sucumbió a él por completo. Se quedó dormida en el sillón en el que se encontraba con el libro en su regazo, y junto a ella, en una pequeña mesa auxiliar, aquella luz temblorosa y protectora.
El libro se fue deslizando por su falda muy suavemente, hasta caer al suelo. Su cuerpo se fue relajando poco a poco, hasta que su brazo derecho resbaló por el lateral del sillón, tirando a su paso la vela, que cayó sobre el libro de poemas que descansaba en el suelo, incendiándolo y provocando un denso humo que invadió por completo la estancia.
El humo fue penetrando en el cuerpo de la muchacha poco a poco, invadiéndola por completo y proporcionándole el dulce sueño del que nunca despertaría.

1 comentario:

  1. Me gusto mucho la gata en tu tejado y creo que al fin todo nace por la curiosidad...no hay duda
    Ronrroniando a tu salud felisidades gata y me alegra de ser tu seguidora #1


    La luz de la vida con un final muy intenso y una nueva vida por vivir para esa esa dama que lucho tanto lucho con la oscuridad. muy linda te doy un 10 gata !

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Ronronea: